miércoles, diciembre 09, 2015

El Gringo Tompkins






El Gringo Tompkins

La muerte de Douglas Tompkins deja en veremos hartas de las cosas que él pensaba hacer con los parques y predios que logró conservar en el sur. Una entrada a la Patagonia que para muchos seguirá resultando desconocida, por cara, inaccesible o porque no se puede viajar en cuotas y a muchos no les tienta la idea de desplazarse por tierra.



Una Patagonia que como marca, seguirán disputándose empresas turísticas de Chile y Argentina. Una que tenemos en la boca más que en la cabeza.


Recuerdo que en 1995 nos encaminamos con la familia a Hornopirén, cuanto recién comenzaba a ser tema el asunto de abrir la Carretera Austral y proyectarla más allá de donde la dejó Pinochet. Chile parecía acabarse en Puerto Montt para algunos.


La carretera todavía lleva el nombre del Dictador, pero en los 90, el enemigo en la zona parecía ser "El Gringo". En ese entonces la ruta era de ripio precario y muy pocos tomaban esa vía, antiguamente poblada por colonos y madereros de la tejuela, donde no había ni medio hospital (ni medio baño público).


El primer tiempo del proyecto Pumalín fue difícil, en un país donde los dichos de los políticos eran tomados como verdades sin un trasfondo económico, sin que fueran tomados como los capataces que son de los pocos dueños de este Chile-repartija. Un país cándido, aplastado por la bota militar, donde en la mente de los chilenos, los compatriotas eran mejores que los extranjeros en cualquier caso.


Y los hechos parecen indicarnos que no. Que podía venir un sujeto del mundo de los negocios a dejar una huella y a frenar las grandes carreteras.


El año 2007, cuando volví a esos parajes, había letreros en contra de Tompkins en Chaitén, un pueblo que después fue borrado por la erupción de un volcán que nuestros patrioteros defensores de los negocios, nunca nos dijeron que existía. Menos la ONEMI.


Así, entre los comentarios y el resquemor de los colonos patagónicos ante este personaje foráneo (tal como sus antepasados colonos patagónicos lo habían sido algún día). Un millonario que "impedía el desarrollo" (el desarrollo humeante y bullicioso de nuestras ciudades) y los gestos de una clase política que lo miraba de reojo; pero no tenía problemas en aprobar al mismo tiempo proyectos nocivos y discriminatorios como Ralco, nos fuimos criando.


El año 2008 conocí la vastedad del Lago General Carrera, el más grande de Chile aunque la escala del mapa engañe; lago hoy amenazado por un proyecto argentino (la mitad del Lago se llama Buenos Aires y es compartido con la república hermana) que plantea sacar aguas y trasladarlas para darle otros usos. 


Allí lo encontró la muerte ayer.


"Gringo loco, fue en un kayak y no en un yate", dirán. "Que se prohiba tripular los yates", dirán nuestros oportunistas políticos mientras se suben el sueldo. Nada más.


En los medios centralistas, fue comentada hace un par de años la cercanía de Tompkins con Piñera y su influencia para que el expresidente terminara comprando Tantauco, tierras de las que fueron despojadas comunidades huilliches de Chiloé y que hoy son parque privado. Y la Concertación odia a Piñera por ser el especulador hijo de un DC que negó la cuna; pero no odia el neoliberalismo, así que se le podía dar duro a Tompkins por apoyar a los "Sin Represas" a los "No Alto Maipo" y más encima ser amigo de Piñera. Vamos odiando. Del 2010 al 2014 todos eran revolucionarios.


También fue comentado el intento de donar los terrenos, que entiendo aun no se concreta y que no sería bien visto por los sectores cercanos a Bachelet. Claro: Dávalos y Compagnon no podían especular con el suelo y además Luksic con Paulmann, los verdaderos gobernantes, no pueden sacar energía para las mineras ni poner supermercados con torres, ahí.


Los Walker, otra vez la DC, criticaban a este conservacionista por "extremo", mientras negociaban ellos mismos la compra de un paño de terreno inmenso con un pueblo incluido que después pretendían transformar en industria extractiva y contaminante. "Nosotros sí; él no".


Los de la Central Río Cuervo (de una empresa donde tiene cargo el papá de la inglesa Bond con la que subió el Everest Andrónico Luksic) metieron el gol, fuimos como 10 personas los que protestamos en Santiago cuando la aprobaron. El resto no supo. todavía buscan en el mapa "Falla Liquiñe-Ofqui" y van a pillar "Río Cuervo". Pero no, el malo era El Gringo Tompkins, según El Mercurio, mientras Agustín navega a vapor en el Ranco.


Mientras los coludidos Matte planteaban hacer sus centrales en la Patagonia; los diarios que les son afectos le daban duro a Tompkins, ese egoísta que no dejaba pasar la carretera por donde amenazaba más biodiversidad, bordeando la costa. Ese que quería que Chile estuviera cortado y no que fuera un desierto de pinos y eucaliptos como nuestros patrióticos Matte o con cisnes muertos como los Angelini.


Poco eco hubo de los intentos del ingeniero hidráulico y expresidente Frei para contener el proyecto de Tompkins, vendiéndole a Endesa terrenos en Huinay. El mismo Frei que nos privatizó las aguas.
Ahí saltaron unos pocos que en los últimos 10 años "defienden a los caballos" y en los últimos 500 no han sabido que lo que había acá era guanacos y criticaron lo de Yendegaia; porque hacer un parque implicaba controlar la población de caballos. No tan lejos, Carlos Larraín tiene millares de ovejas y juega al estanciero, ahora retirado de la política (a no ser que haya que defender a Los Matte).


La prensa baila al ritmo de los poderosos locales; seguramente serán los mismos que llorarán a Tompkins en los obituarios, con plata nuestra.


Van a decir que hicieron de todo para joderlo pero que era "consecuente". Capaz que hasta Tironi, el preferido de los Matte, de los Angelini y de Aylwin, le dedique una columna mientras defiende a los carboneros Angelini, que quieren meter explosiones con los Von Appen en Isla Riesco.


Para el resto del país, Tompkins será el gringo loco que vendió una empresa a su ex y compró tierras; el dueño de una fábrica de ropa que les gusta ponerse para posar en la nieve y para otros, un misterioso aliado de los aliens o un joven norteamericano que visitó el Fitz Roy hace muchos años en kombi y quiso pasar sus últimos días ahí haciendo pan amasado.


El problema es que esos, no saben donde queda ni qué es el Fitz Roy ni debido a quién se llama así. Sólo escucharon de un tal Darwin y la declaración de que la Patagonia no valía nada. Mientras Fitz Roy iba en la misma expedición.

En fin, es el país que tenemos. Ahora, sin "El Gringo Tompkins", justo cuando habían aprendido a escribir el apellido.


Fernando Ulloa.