La Araucanía no es Chérnobil
La Araucanía no es
Chérnobil
9 de junio de 2020
No sé si hay conciencia del
momento complicado que vive La Araucanía. Se trata de la coyuntura más álgida
en décadas, del punto de vista de la agudización de las diferencias que han
surgido en torno al abordaje del tema de reivindicaciones territoriales, al
presente. Y de lo complejo que será para cualquier gobierno en Chile, intentar
dialogar o llegar a algún tipo de acuerdo de coexistencia con los grupos y
organizaciones que están en terreno, desplegados, reclamando mayores cuotas de
autonomía en la gestión de su propia identidad y del territorio que se reclama.
Uno podría hacer una larga
explicación histórica, de la cantidad de desaciertos y errores cometidos por las
distintas administraciones chilenas, en donde, ciertamente, ningún presidente
ha tenido la capacidad de interlocutar en un alto grado. Quizás el último
acuerdo fue previo a la elección de Aylwin, pero no se cumplió. No hubo
reconocimiento constitucional, los convenios internacionales han tratado de ser
recortados y también hoy, es de hacerse notar la práctica inexistencia de interlocutores
válidos, del punto de vista de los personeros chilenos. ¿Quién podría ir hoy a
sentarse a dialogar en tal o cual territorio siendo bien recibido?
Esto es muy distinto a lo que
ocurría en tiempos de Ambrosio O’Higgins, cuando era capaz de congregar a la
casi totalidad de los grupos en Negrete o en Las Canoas, cerca de Osorno o de
los tiempos del Marqués de Baydes, que llegó y se instaló a dialogar no solo en
Quillín sino que también en la Vieja Imperial y en Boroa.
Antiguamente se montó en la vieja
frontera, un sistema de fuertes, es cierto, no estuvo ajena la violencia. Pero
lo que fue más clave, fue el sistema de mediación que implicaba que así y todo,
en momentos álgidos, algunos individuos pudieron cruzar el territorio, portar
informaciones, llevar y traer cartas, concertar alianzas y transportar pareceres
hasta de los enemigos más declarados de españoles y chilenos. Pero hoy, me
parece que es prácticamente imposible. El nivel de descrédito de las
instituciones es tal, que casi ningún religioso (exceptuando quizás a los jesuitas
en Arauco) ni un funcionario estatal (exceptuando quizás al exministro Huenchumilla),
estaría en condiciones de ser recibido, por cada uno de los grupos que hoy han
decidido reclamar por la fuerza lo que les fuera despojado décadas atrás y
siglos atrás, también por la fuerza y las argucias legales. Lo que se vive hoy,
es la suma de todos los desaciertos. Ello es lo que ha conducido a este
escenario y lo venía diciendo desde antes del año 2000, José Aylwin y el Observatorio
de Derechos de los Pueblos Indígenas (ODPI), hoy Observatorio Ciudadano.
Cuando uno lee el conflicto,
cuando lo decodifica, lo puede hacer a escala regional con medios como El
Diario Austral y si quiere pormenores, puede observarlo con el tinte belicista
que tienen Las Noticias de Malleco. Por otro lado, El Mercurio cubre el tema
como una cuestión de interés nacional, pero como una cuestión económica, con
todos los sesgos que implican los intereses que hay detrás de un diario de ese
tipo. Por otro lado, siempre me ha llamado la atención la cobertura de La
Tercera, sensacionalista y a todo color, que sin embargo procura tener de autores
a gente de la zona y a columnistas que, de cuando en cuando, plantean desafíos
a los gobernantes, señalando temas y posibles vías de solución. Pero eso no da
cuenta del sentir de los habitantes propios de la región, más dados a la Ley
del Talión, eso del “ojo por ojo”.
Por lo mismo es que muchas veces
no se sabe a ciencia cierta, de quién proviene la violencia o quién ampara a
grupos de coleccionistas de armas que después aparecen vinculados a los “confusos
incidentes”. Hasta los Bomberos se han visto implicados en un par de casos,
cuando se ha detectado que alguno de ellos resultaba ser un pirómano que
encendía la pradera.
Con anterioridad a la era de
Twitter, también podía leerse de manera fluida el devenir del conflicto, en
medios de circulación más acotada como la Revista Nütram o de lectura por
Internet, al estilo de foros. Con la consiguiente publicación de comunicados y
entrevistas de los principales actores. Uno podía también acceder a los textos
fundantes de las acciones reivindicativas, pero hoy esos medios han bajado su
circulación o su impacto, en beneficio de los comunicados directos o vía redes
sociales como Facebook. Así, la gente hoy se entera de lo sucedido siempre y
cuando tenga a los contactos cercanos o los perfiles precisos, más que ir pudiendo
prever un curso de acciones. No hay diálogo, la verdad y es consecuencia de la
sordera y del desprecio de las alertas.
Al presente, quizás pocos fuera de
los que pueden comprar libros específicos del tema y de una lectura sistemática
de la cuestión en distintas fuentes, podrían referir bien qué es la CAM, cuándo
se creó la Coordinadora Arauco Malleco de Comunidades en Conflicto (en rigor es
de 1997) y qué son los ORT (Órganos de Resistencia Territorial), que figuraban
en comunicados: el ORT Nagche Janequeo; ORT Nagche Pelontraru, ORT Nagche
Ankanamun; ORT Nagche Külapan; ORT Williche Kallfulikan y ORT Williche
Kallfulikan; ORT Lavkenche Leftraru, ORT Lavkenche y ORT Lleulleuche; ORT
Pehuenche Lientur. Es bien probable que no distingan el momento en que
irrumpieron, tampoco. Pero ellos han tratado de comunicarse, han hecho foros
abiertos, han respondido preguntas, han ofrecido incluso treguas o
aquietamiento a los gobiernos, como ocurrió tiempo atrás. Pero han sido
continuamente desoídos y a los que ve uno en esos espacios, es a los mismos que
están “de a caballo” en el tema, no ocurriendo un vaciamiento o trasvasije de
esa información. No encuentra uno a los periodistas de los medios masivos y
luego, la información es tratada como si hubiera ocurrido en un espacio secreto.
La gente se entera así de los planteamientos por informes policiales, donde el
filtro ha sido el informante o el infiltrado que fue a tomar apuntes o a grabar
bajo la ropa, mientras las patrullas rodeaban lugares como librerías,
auditorios de universidades, vocerías en manifestaciones que siempre terminan
siendo reprimidas, para dejar sin contenido las instancias de reunión y reducir
todo a un titular que hable de desmanes y saqueos.
Muchas veces las cosas se sabían
porque una comitiva viajaba desde el sur a Santiago, como ocurrió entre los
años 2008-2012 con los Meñaco del Lleu-Lleu, con Mijael Carbone de Temucuicui,
con Jorge Calfukeo del Budi, con Boris Hualme de Mehuín, para dar cuenta de sus
problemáticas, en la marcha por la resistencia, organizada por décadas por la
Meli Wixan Mapu. Diría que hubo un giro discursivo y en el tono con la
aparición de la Autoconvocatoria Mapuche en Santiago, las posiciones se fueron diferenciando
y las vocerías se hicieron un poco más difíciles de seguir, paradójicamente,
con la proliferación de medios alternativos. Ya no sólo bastaba con leer
Mapuexpress, Azkintuwe, Werken o Weftun, menos con Mapuche Times y hasta se cayó
por harto tiempo la página del Partido Mapuche Wallmapuwen.
A nivel de los gobiernos, se
fueron cortando los puentes de diálogo con los portazos recibidos por las
comitivas mapuches que viajaron a Santiago para intentar ser recibidos en La
Moneda, histórico fue lo del 2009 como le ocurrió con la Alianza Territorial
Mapuche (ATM) y por supuesto, eso se hizo
de la mano del endurecimiento de la represión, como ocurrió con las últimas
marchas del 12 de octubre en el Cerro Santa Lucía, pero con mucha más fuerza en
el sur, donde pagaron con su vida, Jaime Mendoza Collío (en agosto de 2009). Así
y empezando el Caso Luchsinger Mackay se llegó a la Cumbre del Cerro Ñielol del
16 de enero de 2013, donde ya se hablaba de una Asamblea Constituyente Mapuche,
en palabras de Aucán Huilcaman. Estaban allí muchos referentes, venidos desde
distintos territorios, dirigentes de viejo cuño como Santos Millao, histórico
presidente de Ad Mapu así como la propia Comunidad Autónoma de Temucuicui, con Jorge
Huenchullan como su werken.
En el intertanto, también fue
asesinado Rodrigo Melinao Lican en agosto del año 2013. El 2014 José Quintriqueo
fue atropellado intencionalmente por un tractor en Galvarino y también en
octubre de ese año fue asesinado delante de su hija, Victor Mendoza Collío,
primo de Jaime. El historial que no se inicia con Alex Lemún el 2002, sino con
muchas víctimas más (la represión hacia los mapuches fue muy dura en Dictadura
en La Araucanía), sumaba y sumaba víctimas. ¿Qué diálogo se podía establecer
así? La consigna que habían levantado en la Alianza Territorial que en un momento
fue Wenteche, Lafkenche y también Pewenche, era: “no más intermediarios”.
También está la aparición de
Weichan Auka Mapu (Lucha del Territorio Rebelde), algunos los sitúan hacia el
2016, se trata de un grupo de resistencia por la fuerza que se atribuyó varios
hechos tanto en la parte del límite sur de La Araucanía (y norte de Los Ríos)
como en el centro, la costa o las proximidades de Puerto Saavedra. Un nombre
que nadie traducía y que entró en el panorama mental de los chilenos con un
panfleto que tenía una carabina cruzada con otra arma. Lo hizo, tiempo después que
se anunció el intento de quema del Casino del Cerro Ñielol, a fines de febrero
de 2014. Cuando un panfleto decía: “Nielole Mapu Mleay Aukan” (si no hay territorio
habrá guerra), en rigor el mismo símbolo.
En adelante, los periodistas buscaban
sus panfletos pero nadie explicaba el origen, así como ocurrió con las
transmisiones desde la casa quemada de los Luchsinger Mackay (un 4 de enero de
2013), en fecha cercana al asesinato de Matías Catrileo, ocurrida años antes (el
3 de enero de 2008), en ese mismo sector de la región, Vilcún-General López. De
ahí vino el juicio, las portadas con la machi Linconao allanada, sin sus
trenzas y despojada de su vestimenta tradicional, el silencio del machi Córdova,
también sin su indumentaria, las jornadas de gaseo en torno al Cerro Ñielol por
el proceso, las elucubraciones acerca del porqué había que concederle espacio
para celebrar ceremonias en la cárcel, el reclamo por volver a su rewe, los
testigos que indicaron haber sido amenazados como José Peralino Huinca y la
detención de los condenados, hablo de los hermanos Tralcal, que claman
inocencia.
La polémica persecución al
defensor del Río Cautín, absuelto el 2019, hablo del lonko Alberto Curamil,
también de la Alianza Territorial Mapuche, los malos tratos recibidos, el
hostigamiento a su familia y el reconocimiento internacional que se le concedió
como defensor ambiental, quedan en una nebulosa.
Estaba ya latente la extraña
muerte el 2016, que luego la autopsia revelaría que tuvo intervención de terceros
por estrangulamiento, es el caso de Macarena Valdés en Tranguil (Panguipulli),
también activista ambiental, con el consiguiente sufrimiento de sus pequeños
hijos ante una madre asesinada sin responsables identificados y el clamor
incesante de justicia de su esposo Rubén Collío.
La ausencia de La Araucanía en
las giras presidenciales, los acotados actos en donde asistieron las
autoridades centrales, como escondiéndose del problema, estirando el chicle a
más no poder para evitar enfrentarlo. Cero acto de reparación, cero acto de constricción
o arrepentimiento. La desidia de los administradores temporales del Estado.
Y las declaraciones odiosas en
medios regionales, de los voceros de las distintas agrupaciones de los únicos
que se consideran víctimas válidas. Porque los demás habitantes de la región
parecieran estar pintados. Así, ellos, los que se consideran “los gremios
productivos”, acaparaban micrófonos y ofrecían soluciones en las que sólo cabía
comprar más carros policiales 4x4, que por supuesto llegaron, a la par de los
trajes negros como de ninjas que estrenó la policía de investigaciones. Miedo,
miedo y más miedo en la población.
En paralelo, algunas escuelas
fueron apareciendo cercadas por los perdigones y los patrullajes policiales.
Otras escuelas rurales fueron destruidas y al día de hoy, sin responsables, en
un claro rechazo a la presencia estatal chilena en la zona. No es de extrañarse
que fueran las polémicas profesoras del caso Catrillanca (asesinato del 14 de noviembre
de 2018), las que mencionaran los medios después de una curiosa entrevista en
CNN, como las más atemorizadas por los hechos de violencia. ¿Y los niños? Los niños
parecieron no existir en ese acontecimiento. ¿Habrán recibido la contención y
el acompañamiento inherente a una situación de ese calibre? Difícil saberlo
entre tanta desinformación.
Este último verano, también surgió
con fuerza la acción reivindicativa del “Movimiento en Resistencia Mapuche Lavkenche”
y lo hizo en en Lleu-Lleu, a la vez que resurgieron demandas por predios
forestales en la zona sur de Arauco, de los que habían sido despojados en la
Contrarreforma Agraria y en rigor, en la Ocupación de Arauco. Biobío se mueve a
otros ritmos pero también hay voluntades insatisfechas. Contrasta la antigua
zona del carbón, hoy con un nivel de desempleo que ha sido alarmante por
décadas desde que se cerrara Lota, con lo ocurrido más al sur. En la zona de
Cañete, los ánimos están todavía más caldeados, porque existe un orgullo por
ser fundación hispana y un orgullo mapuche por haber resistido a la invasión de
tinterillos y ventas brujas de tierras. Allí ni siquiera llegó la Comisión de
Radicación a mensurar tierras; habían sido despojados antes de ser contabilizados,
por distintos mecanismos: cesiones, arriendos que se convirtieron en otra cosa,
donaciones, inscripciones a nombre del Estado, conformación de fundos como
ocurrió en las proximidades del Lanalhue y el Lleu-Lleu. De allí surgieron
grandes fortunas penquistas con apellidos que hoy pasan más desapercibidos
porque eran nacionales y no suenan a colonos.
En rigor, ahora en los medios,
suena el nombre: “Resistencia Territorial Mapuche, Lofche Malleco Purén
Nahuelbuta” y se sabe muy poco de ellos (comunicado del 25 de mayo de 2020
denunciando la instalación de un centro turístico y contra la Empresa Tuniche) y
de los objetivos de la organización, más allá de ser evidente el deseo de
articulación de demandas y de hacerlas patentes, con comunicados y acciones de
fuerza.
En rigor, con todo este cúmulo de
información, menos entenderían algunos qué ocurre en el sur y no es todo responsabilidad
de ellos, en esta gran maraña de enredos. El foco ha estado más que en el
origen del conflicto, en comentar las acciones. Ha faltado mucho en el
ofrecimiento de soluciones a la gran problemática de fondo: el derecho a la autoidentificación.
La negación del otro, que son araucanos, que son indios, que son argentinos,
que son los primeros chilenos, que son flojos, que son borrachos, que vendieron
por vino las tierras; toda esa sarta de justificaciones del despojo armado, que
varios intelectuales están dispuestos a solventar si eso asegura un puesto; en
vez de explicar con verdades.
El curso de las acciones en
territorio Pehuenche, en tiempos en que incluso se tramita un reconocimiento de
ellos como grupo distinto. ¿Quizás para dividir? En lugares tan disímiles como Cauñicú
del Biobío o como en el Valle de Quinquén en La Araucanía, un hermoso paraje a
medio camino entre Lonquimay e Icalma, no tan lejos de la laguna Galletué; allí
donde nace el Cautín, ponen de relieve que aquí hay mucho desconocimiento de
las autoridades centrales. Aunque también puede ser pura mala fe y falta de voluntad
de solución. Administrar el conflicto también puede ser rentable, deben estar
pensando. Allí en las cercanías de Quinquén, actualmente existe un conflicto
con la hermana de Luksic, cuestión que obviamente no va a ser cubierta por los
medios santiaguinos, ya sabemos el porqué.
En ocasiones, sólo llegan los
rumores del otro lado de la cordillera, rumores que hablaban en su momento de
las acciones de un grupo que se identificaba como la Resistencia Autónona
Mapuche (RAM) por la que se preguntaban en 2018 al sur de Neuquén y que se asociaba
a Facundo Jones Huala, perseguido en Chile y perseguido en Argentina con
acciones de persecución tan terribles como la desaparición de Santiago
Maldonado en agosto de 2017 asociado a la represión de Pu Lof en Resistencia de
Cushamen en Chubut. Le antecedía el asesinato de Rafael Nahuel en 2017. Facundo
Jones Huala, condenado a 9 años de prisión por el incendio del Fundo Pisu
Pisué, a estas alturas es reconocido como lonko por distintos sectores, porque hemos
de saber que los lonkos, no sólo nacen sino que también se hacen en la
resistencia.
Así, acciones como la
coordinación pretendida del subsecretario Aleuy en Chile y la ministra Bullrich
en Argentina, pueden haber pasado tan desapercibidas en Chile, como las
acciones de protesta en contra de Benetton o las polémicas con el
basquetbolista Ginóbili en la Patagonia que circunda a Bariloche.
Lo cierto es que el conflicto
también ha sido abordado por la gente de campo de la SAGO de Osorno; que al
igual que los miembros de la SOFO de Temuco, representan los intereses agrarios
en el sur. El tema del tránsito de camiones, es cierto que compete más a los
gremios siempre golpistas de camioneros, pero también el de la maquinaria, ha
sido abordada por estos sociedades que abundan en gente de escasa paciencia y
de armas tomar. De ellos se derivan entonces declaraciones, informes del estado
del conflicto y cuantificaciones de daños. “Barómetro del conflicto”, se llama
el instrumento que encargaron a cientistas sociales en el sur. En el caso de la
SOFO, ellos contrataron a Mirtha Casas que es quien elabora buena parte de esos
PDF que se envían y de los que se valen los medios para informar acerca de los “hechos
de violencia con connotación indígena” y también juega un rol relevante la
personera de la UDI y dirigente local de Malleco, Gloria Naveillán, quien constantemente
fustiga a personas por Twitter y hace llamados a los mismos personeros del “Rechazo”
y también a seguidores de Kast, para llamar a una paz forzada, una especie de
paz impuesta por la fuerza de las descalificaciones a todo lo que huela a
mapuche. Así, difícil construir un escenario de diálogo.
De otra manera, que tuvo quizás,
más impacto en los canales de televisión por cable que los de televisión
abierta, podía ver uno hasta hace unos dos años en CNN y Canal 24 horas,
vocerías de grupos de seguridad rural. Las llamadas “Juntas de vigilancia rural”,
que a modo de sheriffs aseguraban resguardar caminos rurales, predios e
instalaciones agrícolas. Los grupos ligados al más visible de ellos, que fue
Alejo Apraiz de quien se tiene pocas noticias en estos días, son aliados y
difusores de noticias que siempre involucran violencia, de los que pegan
stickers verdes en sus autos y camionetas, diciendo “Paz en La Araucanía”. A veces,
también se ven en Santiago y en ciudades lacustres, visitando lugares
similares, como intentando reconocerse entre los demás, algunos de esos autos. Se
trata en muchos casos, de individuos que usan un lenguaje tanto o más
incendiario que el que critican. Reivindican un Chile que no existe, uno en
donde todos piensan igual y aspiran a lo mismo, un Chile que ni siquiera es el
Chile de los patrones de fundo de otros siglos, porque ellos mismos, las más de
las veces son propietarios de predios de mediana extensión que podríamos tipificar
como minifundio. Varios, son parceleros más que latifundistas. Eso tiene origen
en que al poblarse La Araucanía con los colonos nacionales y los extranjeros, en
el siglo XIX, lo que se buscó fue la conformación de propiedades de no más de
500 hectáreas, porque los grandes predios del Chile hacendal, se veían como improductivos
por hacer uso de los cultivos extensivos más que de los intensivos. En fin, en
Santiago se piensan que son grandes propietarios. No siempre es así, pero
hablan como si lo fueran.
Desde las acciones en lugares
distantes, como Pilmaiquén hacia los llanos de Osorno, con la persecución a la
machi Millaray Huichalaf, es menos lo que se entiende, si no se ve
documentales. La gente no acostumbra a verlos en el sur, porque los canales de difusión
ciertamente son menos. A esos documentales se accede en ciclos de cine
universitarios, en espacios donde hay consumo cultural ligado a la temática indígena
y en espacios contraculturales, sobre todo. Por eso, no es de extrañarse que no
hayan sido vistas ni en colegios ni en escuelas, porque muchos apoderados lo
considerarían “adoctrinamiento”, pero no se detienen a ver los planes y
programas, en donde la visión nacionalista, lamentablemente sigue firme, aunque
ha habido cambios. Siempre es recomendable ver: Uxuf Xipay (El Despojo) de
Martín Correa y también leerlo. Correa es junto con Raúl Molina (un geógrafo),
uno de los mejores conocedores de primera fuente de los conflictos
territoriales. Al presente, ha entregado buenos trabajos como el libro Las
razones del illkun (enojo) y otro libro sobre la Reforma Agraria y las tierras
mapuches. “Aniceto: Razón de Estado” y “El Juicio de Pascual Pichún”, son
también indispensables a estas alturas. Qué decir de “En el nombre del progreso”,
otro que debe ser visto. Lo mismo con “El verano de los peces voladores” de
Marcela Said o “Cabros de mierda”, películas que ayudan casi más que los
libros, porque retratan el presente.
Desde la primera Huelga de Hambre
del machi Celestino Córdova, he visto muchas burlas. Acerca de que la huelga es
falsa, acerca de que es de mentira. Pero pocos comunicados o pronunciamientos
para hacerse cargo del problema: ¿qué es lo que considera injusto, Córdova? ¿Estamos
en condiciones de responder como sociedad chilena? ¿Estamos en condiciones de
disertar del tema ante un extranjero? Me ha tocado ver muchas veces a franceses
estar tanto o más enterados de lo que ocurre en el sur, que a mis propios
compatriotas. A veces, da vergüenza el nivel de desinformación. Porque la
fuente en ocasiones es la misma Biobío, que cada vez va revelando más del lado
de quién está, con panelistas como Teresa Marinovic o el curioso programa “Geografía
Sagrada”, que conduce el antiguo dirigente de los nazis, Alexis López, que
ahora funge como experto en temáticas indígenas ligadas a la religiosidad, a la
vez que con fondos estatales da charlas a escolares, como una que presencié en
una universidad del sector Oriente de Santiago y donde iban gustosos niños
traídos desde Melipilla para escuchar al experto. Allí, reivindica simbolismos
a la vez que proyecta espadas nórdicas sobre un kultrun, como en el mejor de
los desvaríos de los nazis místicos que alimentaba con su literatura Serrano en
el siglo XX. Esa es la calidad de los panelistas y habitués de Biobío. La radio
del sur.
El reciente asesinato del werken
y para otros lonko, que representaba a un grupo importante mapuche en reivindicación
en Collipulli, me refiero a Alberto Alejandro Treuquil, opositor a un vertedero
entre Collipulli y Angol; habitante de la zona norte de Collipulli, para ser
exactos. Deja en evidencia que hubo allí presiones policiales. Lo declaró su
esposa y lo han dicho sus cercanos. Recibió amenazas contra su vida y
hostigamiento. Ya fue su funeral, concurrido en tiempos de pandemia, pero con
ausencia de todo tipo de declaración, con sincera preocupación de las
autoridades. Apostando porque pase desapercibido entre los desaciertos de Mañalich.
El asesinato de Macarena Valdés,
como dije, fue cubierto también de un manto de incertidumbre y trastocamiento
de la evidencia. Al punto que tuvo que exhumarse, estudiar el caso, revisarse
las medidas tomadas y sin que haya una reparación. Eso es lo que más demandan
las comunidades: que haya consecuencias después de este tipo de actos.
Uno de los espacios en los que
podrían haberse mostrado, todos esos documentales que mencioné y no tengo dudas
de que así ha sido, pero con una insuficiente cobertura de parte de los medios
regionales, es el Centro Cultural Fentren Mañum (Muchas Gracias). El lugar, al
presente cuenta con una orden de desalojo, porque no le renovarán el comodato
en Pueblo Nuevo, Temuco. Así se cierran espacios valiosos, aunque creo que la
instancia sobrevivirá del modo que sea, porque ha sido hecho a puro pulso y así
lo seguirá siendo. Allí, era posible escuchar vocerías, ver videos exclusivos y
acceder a material valiosísimo para comprender el origen del conflicto.
La persecución a las hortaliceras
en el centro de Temuco, viene a estar alineada con estas medidas represivas de
la expresión mapuche en la ciudad. Mientras en Santiago se borran los rayados y
se requisan las banderas mapuches o se arranca de cuajo los chemamull (las figuras
humanas de madera que estaban en Plaza Dignidad); en Temuco la alcaldía de
Becker se lanza a extirpar a las comerciantes con la excusa de que atraen a
lanzas; así mismo se hizo con las vendedoras de humitas y lo mismo trataron de
hacer en Santiago Centro con el comercio informal, que al presente tiene más
vendedores ambulantes que antes. Pero en Temuco ya es tradición y deberían
entenderlo de ese modo los funcionarios que llevan a la práctica las medidas
poco atinadas del alcalde que no podrá ir a la reelección (toco madera).
Las donaciones de toneladas de
verduras de productores mapuches de Quepe y Freire, promocionada con bombos y
platillos por el mismo gobierno que ampara a los que persiguen a los mapuches
en el centro de Temuco o les ofrecen puestos alejados de los lugares
tradicionales de ventas, contrastan. La gente ha salido a reconocer ese acto de
generosidad de los productores. Como siempre, la sociedad chilena hace esta distinción
entre el “mapuche bueno” y el “mapuche malo”. Caben ellos dentro de la
categoría del “mapuche permitido”. Lo analizan bien en sus textos los autores
de la Comunidad de Historia Mapuche. Recomiendo que revisen su sitio web. Lo han
dicho ya antes también, otros autores en las ideas de “indios malos en tierras
buenas” y la construcción de la imagen de los mapuches entre los chilenos, como
hicieran un antropólogo como Milan Stuchlik y la historiadora Viviana Gallardo.
Las declaraciones de Enama, en la
prensa regional de La Araucanía, más bien confunden o refuerzan el estereotipo.
Esos mapuches empresarios se vuelven los mapuches deseables. Ojalá todos
emprendieran, dice alguna gente en la calle. Quizás esa es la finalidad que
tiene dicha organización, con un vocero cuestionado y con un equipo que pasa un
tanto desapercibido, pero que tiene especial repercusión en los políticos
importados de Evópoli, como Felipe Kast. Con esa idea de que existen mapuches
emprendedores o empresarios, que son mejores o deseables, los demás, sólo son
hortaliceras perseguibles o incendiarios y flojos, a los ojos de muchos recién
llegados.
El hecho de que un miembro de
Enama (una iniciativa empresarial mapuche), ahora sea gobernador, también pasa
colado, pero ocurre esto a los ojos de los comentaristas de Chile centralista y
central. Los demás lo tienen más claro, en la zona, quizás no le perdonen el
que primero se haya opuesto a la construcción del Aeropuerto en Quepe (trasladado
desde tierras mapuches en Maquehue a tierras despojadas en Quepe) y que luego
facilitara el proceso de construcción. Así son las negociaciones, dirán.
La propuesta del Seminario San
Fidel como Universidad Mapuche, fue rechazada como un portazo. También se
planteó que fuera convertido en centro de salud y la negativa también vino. Allí,
en un espacio reivindicado, será difícil el entendimiento con la autoridad que está
encargada de su destino, en rigor, depende de Villarrica y el obispo de ese
sector. Es apreciable la distancia que existe entre el trato que tenía monseñor
Sergio Contreras Navia de Temuco o el mismo Sixto Parzinger, vicario apostólico
de La Araucanía cuando era tierra de misión, que estuvo en comunicación cuando
asesinaron a Matías Catrileo. Hoy cuesta pensar en la Iglesia Católica como un
mediador, se han ido desacreditando sus miembros y no son bien recibidos. Me
tocó verlo en Koz-Koz (Panguipulli) el 2007; mientras en 1907 la iglesia acompañó
las denuncias mapuches; al 2007 no se les permitió la entrada al sitio del
parlamento conmemorativo.
La quema de maquinaria en
Imperial y Carahue, se pierde en la memoria de los hechos, porque queda tal vez
el recuerdo del incendio forestal de Carahue; pero lo cierto es que, da cuenta
de un proceso de activación de la resistencia, sólo comparable al de los años
en que tomó fuerza la CAM en Lumaco. Allí los titulares en rojo del Diario Austral,
ahora de acceso restringido a la lectura de quienes pueden suscribirse, eran
abundantes. ¡Qué lejos se está del Acuerdo de Nueva Imperial de 1989! Esa zona,
que se había caracterizado por una resistencia más cultural que confrontacional,
ahora parece decidida a hacer frente a la invasión de pinos, que amenaza con
dejarla totalmente sin agua. La paradoja, en una zona que se caracteriza por
estar entre ríos.
La reciente detención en Traiguén
del hijo del lonko Pascual Pichún, en el “caso de los lonkos” -que tuvo que
entrar a componer y reparar la CIDH- acusándolo de porte de armas, sólo va a
caldear los ánimos en la zona. Considerando que su padre estuvo detenido
injustamente por presiones del exministro Juan Agustín Figueroa de la Fundación
Neruda y detenido largo tiempo hasta que se reconociera que el uso de testigos
falsos vulneraba el debido proceso, ya sirve de antecedente del actuar estatal.
Su hermano, también fue perseguido y hostilizado. La justicia chilena, parece
ensañarse con ciertas familias.
La reivindicación en Mulchén y
Pilguen, en el último tiempo, da cuenta de que las antiguas tierras del lonko
Mariluan, no por estar un poco más al norte, estarán exentas de oír el eco de
las demandas por las tierras ancestrales. Hablamos ya de trasponer el Biobío y
aproximarse a la frontera del Laja o del Bureo, allí donde confluían, en la
vieja Isla de la Laja que tantos encuentros viera en el siglo XVIII, cuando las
aguas estaban movidas pero donde hubo más voluntad de diálogo, de parte de las
autoridades hispanas. Quizás por eso algunos caciques, ülmenes y lonkos
estuvieron prestos a defender a los españoles y los acuerdos que habían sellado
con ellos, en los siglos previos. Quizás por eso es tan importante conocer hoy
los parlamentos y las formalidades que implicaban. Como la prácticamente
inexcusable presencia del gobernador y capitán general del reino, además del
maestre de campo y los líderes de las principales órdenes religiosas. Las
autoridades, sus traductores, lenguaraces o capitanes de amigos.
Los disparos con cientos de perdigones
incrustados en el cuerpo, hasta poner en riesgo la vida y para siempre la salud
renal del joven Brandon Hernández Huentecol, en la zona Curaco (o de Collipulli
para la cordillera), ciertamente que también dieron un empujón a nuevas
generaciones. Por eso no es de extrañar que en las demandas actuales, estén muy
presentes jóvenes y adolescentes mapuches que bordean la mayoría de edad.
Ciertamente, ser menor de edad no les asegura algo, cuando hablamos del
conflicto.
Y no hablo de un conflicto de “colonos
versus mapuches”; es más bien el conflicto de la sociedad chilena con la “hermosa
morenidad”, que menciona el poeta Elicura Chihuailaf en su clarísimo Recado
Confidencial a los chilenos de los años 90. Un libro que debería ser lectura
obligada en cada hogar chileno. Una vez leído eso, el libro ¡Escucha Winka! Se
hace insustituible, porque enuncia las bases históricas o las bases interpretativas
de este conflicto, que a todos nos toca, aunque vivamos en Arica o Punta Arenas.
El asesinato del nieto del lonko
Catrillanca, el joven Camilo, produjo un quiebre. Sin duda hubo un antes y un
después de este episodio luctuoso, de ese crimen. Hasta allí, las conversaciones
al menos podían tener lugar en distintos puntos; pero luego de ello, lo que se
encontró fue un escenario de mucho dolor pero también de mucha rabia, sobre
todo, por la forma vil en que todo se intentó tapar. Por los lamentos del
exministro Chadwick por la tarjeta de la cámara más que por la vida humana del
asesinado.
La detención del menor de edad
que lo acompañaba y ahora la detención de su padre, de apellido Zapata, pero mapuche
de antiguo, porque hay gente que cree que por tener apellidos que “no suenan a
mapuche”, dejan de serlo, sin duda que va a enardecer los ánimos. El dedo parece
apuntar siempre a los mismos lugares y juega con algunas familias, con más saña
que con otras. Así como se repiten en los cargos de poder algunas familias
chilenas, así como son los mismos pocos colegios de los que salen los
periodistas capitalinos; se repiten las desgracias para otras familias en el
sur.
La declaración de que el turismo
y las casas de veraneo pueden ser un objetivo del grupo dispuesto a resistir en
Purén, sin duda pondrá en alerta no solo ya a parceleros, al agro y a los
camioneros, lo hará también con quienes tienen alguna posesión rural o
destinada al ocio y la recreación en la zona. Es probable que así, varios en
Santiago tomen un mapa y comiencen a entender. Lo útil sería que tomaran un
mapa antiguo, cuando la cordillera no era la frontera y vean por ejemplo, hasta
donde llegaban las posesiones de un Kallfukura que había salido de Llaima,
según los relatos, pero que asediaba Buenos Aires.
El enfrentamiento entre mapuches
en la zona del Llleu-Lleu, con declaraciones cruzadas, también es otra nota de
alerta, porque muchas veces en el pasado, los más enconados enfrentamientos
fueron entre parcialidades distintas, azuzadas por las autoridades centrales.
Vistas con una pasividad exasperante por la sociedad chilena, como reyertas o
guerras intestinas en las que no había que meterse sino sacar provecho de
ellas. No puede dejar en el desinterés a todo el mundo, el que vecinos no se
entiendan. Tal vez lo hemos naturalizado con esto de ni siquiera saludar al del
lado.
La salida del ministro Moreno, el
capataz del retail y criador de caballos que hacían admirarse a los monarcas en
Europa, que se pretendía presidencial y la consiguiente caída del Plan Impulso
Araucanía antes Plan Araucanía, también dejó vacíos de poder que pueden ser aprovechados
por caudillos de la odiosidad. Cuando los interlocutores se invalidan, surgen
las animosidades con más fuerza; rebrota la idea de que las autoridades no
escuchan a nada ni a nadie y sólo se rigen por encuestas que hoy, cuando muy
pocos tienen ya teléfonos fijos, casi nadie responde.
Los incendios en la zona de Lanco,
atribuidos por unos y otros, a sectores que se lanzan también declaraciones
cruzadas entre sí, por el alcance táctico, por la geopolítica y por la
conveniencia o inconveniencia de la cuestión. Pasa colada también en los medios.
La gente pareciera no ocuparse de los simbolismos detrás de las acciones. Así,
cualquier cosa la tratan de achacar a Colombia, a entrenamientos en una u otra
selva venezolana, teniendo el problema en la punta de los dedos. La violencia,
lo que viene a decirnos es que hay algo que se ha estado haciendo mal y se ha
estado haciendo mal hace rato. Por eso el puzzle se reordena y se desarma todo
el tiempo.
La apropiación cultural y venta
de artículos mapuches en Falabella, ya viene a ser una obra maestra de la actitud
chilena hacia el pueblo mapuche. Ha sido una cuestión bien sintomática de los
últimos tiempos: cientos de emprendimientos con nombre mapuche, muchos
reconocimientos a cultores del patrimonio cultural inmaterial y de reparaciones
y reconocimientos de derechos, poco o nada. Los mapuches como escenografía,
como fachada de un país que se niega a sí mismo y a sus vertientes, que por
cierto se secan.
El Caso Huracán y el programa computacional
chanta del profesor Smith, que costó la cabeza de algunos carabineros y después
implicó -como casi siempre- que se cortara el hilo por lo más delgado, vino a
dejar en evidencia que se fabricaba material de supuesta prueba; que la
inteligencia policial era justamente como había sido la inteligencia militar:
un libro en blanco. Una casa en medio de un barrio privilegiado de Temuco,
seguramente con sobreprecio, una dotación bien poco profesional. Un grupo de
gente celebrándose a sí misma, mientras todos se mentían entre sí. Patético.
Patético no tanto por lo que fue; sino más bien porque nos refleja como el país
pegado con scotch que estamos siendo.
La polémica con los descendientes
de Teodoro Schmidt, en los medios de prensa, también revela un poco de lo que
he descrito, se trata más bien de los resabios del orgullo de haber “civilizado”
una zona y de los intentos por obtener reconocimiento por ello. Aquí, en donde
a muchos nada les ha sido regalado (por el sólo hecho de estar en este suelo),
otros pretenden reconocimiento por hacer algo que ahora está haciendo crisis;
pero que lleva haciendo crisis largo tiempo. No sería casual que todo terminara
en un “no lo vimos venir”. Ya es patrimonio nacional la frase.
El alza de casos Covid-19 en
Lonquimay y en Puerto Saavedra, también dan cuenta de la realidad regional,
¿por qué un alza de ese tipo en zonas alejadas y con escasa conectividad del
punto de vista de las rutas? Creo que la respuesta va por la mala distribución de
los servicios; por la casi nula red de Internet y potable en la zona, que
obliga a traslados, a subirse a un transporte totalmente escaso, ineficiente, que
torna imposible mantener la distancia física, allí donde equipaje y persona van
en el mismo asiento o de pie, al único banco, a la única posta, al único
cajero, al único punto de pago.
La instalación en Renaico de las
aspas de viento, no es que venga a repartir el coronavirus, pero ciertamente ha
ido generando una inquietud en las comunidades; no porque se opongan a la electricidad
sino más bien por la forma (a las espaldas) que se negocian las cosas con las
distintas directivas. Empresas que buscan grupos de adeptos que tratan de
imponer a otros, proyectos, cuestiones extractivas, lucrativos negocios que
tributan en Santiago Oriente.
La estatua derribada en Cañete, los
cañones y estatua de Angol, la estatua arrastrada en Concepción y que el punto
de reunión para el descontento en Temuco, haya sido la estatua de Caupolicán de
El Carrusel, vienen a poner en relevancia los simbolismos; esa es la
resistencia cultural a una imposición; al monoculturalismo, al monolingüismo. Bien
lo da a entender el que la bandera mapuche que propuso el Consejo de Todas Las
Tierras haya tenido ahora, tanta acogida entre los chilenos y que la antigua
bandera mapuche, azul con la estrella de ocho puntas o el lucero de la mañana
(la Wünelfe), sea la que flamea en los territorios en resistencia. Diferenciaciones,
distinciones, identificaciones. El derecho a la autodeterminación de los pueblos,
clamando.
Las tomas de terrenos y las reclamaciones
en las comunidades urbanas, como ocurre con la comunidad Juan Currin, de Pedro
de Valdivia -oh paradoja- en Temuco, pone en el tapete la cuestión que anunciaran
los diarios sureños a mediados del siglo XX. Ya han hablado hartos del “cinturón
suicida”, que era la forma en que veían los contemporáneos el hecho de que se
reconociera propiedad indígena en torno a las ciudades nacientes de La
Araucanía. Hoy, esas comunidades tienen que pelear con proyectos inmobiliarios
privados, después de haber visto que se construía sobre sus cementerios;
mientras ellos mismos ven, casi un siglo después, cómo queda sin solución el
problema de la vivienda en Chivilcán y el humedal que está detrás del Ñielol
por allí por Monteverde, rellenado.
La construcción del By-Pass para
la Carretera Panamericana o 5-Sur, con afectación de cementerios, sin dudas
abrió una herida grande. ¿Dónde terminaron esos materiales de greda y jarros o
metawes? ¿Qué actos de reparación hubo? Hoy los paneles de ruido son los
testigos mudos de que se cortaron cerros y propiedades; pero no historias
familiares compartidas.
El cementerio bajo el agua en Alto
Biobío, con la represa de Ralco, que el documental “Sitio 53” retrata muy bien,
pone en evidencia que sin duda, el problema es territorial. Porque no se trata
ya de terrenos más o tierras menos; es la demanda por un reconocimiento de la
propiedad, del uso, del goce y de la disposición a la que se niega el Estado
chileno y duele decirlo, la sociedad chilena, también.
La prueba de lo anterior, es
decir, de la demanda territorial y no sólo de tierras, es que la misma “Ley
Lafkenche”, que garantiza el acceso a los Pueblos Originarios al mar y sus
recursos, ha intentado ser de muchas maneras trampeada con servidumbres de
origen dudoso para empresas contaminantes y a futuro lo será con los relaves
mineros. Y mientras esto ocurría, ellos levantaron un proceso que permitió
proteger ese acceso al mar. Mientras tanto, en otros sectores costeros, los
accesos a las playas, estaban cerrados para el público y los chilenos, en
cambio, observábamos impávidos cómo ocurría eso en nuestra cara. Ese letrero de
“Propiedad Privada, no entrar” es el que tiene que cambiar. El tema de La
Araucanía y el conflicto, no es un terreno en el que no hay que entrar; por el
contrario, hay que abordarlo de lleno y no dándole la espalda. De otra manera,
es tratar de armar el puzzle con las piezas para el lado en que no tienen color
ni forma. Más si las piezas se siguen fragmentando. Las cosas también estallan
por fusión y por fisión y aquí no hay ningún sarcófago de concreto que pueda
contener tamaña explosión. El problema de La Araucanía, no se soluciona despoblando
todo como en Chérnobil. Hay gente que tiene que entenderse y respetarse, pero para eso, debe conocerse, valorarse y
conocer al otro. No anularlo, no negarlo, no dispararle. Con los asesinados, donde
los mapuches son sin duda los más golpeados, no se construye algo más que futuras
diferencias insalvables.