miércoles, enero 29, 2025

 

Tapihue con ojos de sureño

 

29 de enero de 2025

 

Fui a la conmemoración del Parlamento de Tapihue de 1825. Doscientos años después de la realización de este encuentro, consideré importante estar en el lugar que determinaran los lonkos que había que ocupar, así que viajé. Tuvo lugar en Yumbel el 7 de enero, en el Balneario Municipal. Distaban algunos kilómetros del lugar original. Unos meses antes había estado en una jornada histórica donde se debatieron muchos de los asuntos realmente relevantes de la historia que algunos llaman fronteriza. Hay que revisar esos debates. En mi calidad de participante de la conmemoración de Koz-Koz de 1907, estimé pertinente estar. No es que me considere muy relevante pero fui testigo presencial y he habladp con otros concurrentes. Así que arribé al lugar temprano por la mañana, viaje mediante, cuando se nos dijo a los no mapuche que podíamos asistir. Me estacioné con cierta dificultad en el terreno arenoso producto de las erupciones de los volcanes. Vi con cierto dejo de vergüenza la falta de preparación de los chilenos, para la instancia. Sin regalos, sin agasajos, sin grandes interlocutores ni mucho menos la autoridad principal del país (que viajó a la comuna un par de días después), sin formación, pero bueno, ahí quise estar de todos modos. Como un anónimo, me senté en un lado que luego supe estaba reservado a las autoridades indígenas invitadas. Eran invitados internacionales, me lo dijo la representante de una instancia que involucraba a otras nacianos. Me cambié y de pronto me vi rodeado de mapuche, saludé a mis relaciones, muchos de ellos muy queridos. Me cambié de nuevo hasta quedar sentado con “las autoridades chilenas”, pero yo no era autoridad, solamente era un chileno que es cierto, había sido el interlocutor chileno en los cien años de Koz-Koz 2007, pero de eso pocos recordaban el tenor. Me importó poco, me quedé para ser testigo presencial y ahí estuve dispuesto a recibir miradas un tanto de reproche porque una vez más el Estado chileno no enviaba a las más altas autoridades, como debió ser. Era en rigor, una cueca en pelotas.

Y escuché atento, junto a mi pareja y una de mis descendientes por nacer, con cierta satisfacción por no necesitar intérprete para entender lo que las autoridades tradicionales mapuche, que en una veintena acudieron al lugar. El lonko Abran Calfuluan nos recibió con atentos gestos y amena conversación, preguntando por nuestro bienestar. Nos atendieron las ñañas con unas sopaipillas de las mejores que he comido -y he comido varias- para luego convidarnos al juego de palin en la cancha contigua. Allí llegamos cuando concluían los embates y vimos a distintos concurrentes fijar su atención en ese espacio de deliberación deportiva.

El Sol era inclemente.

Volvimos a la gran carpa blanca que dispuso la Ilustre Municipalidad de Yumbel. Creo que el alcalde de dicha comuna comprendió con meridiana claridad la relevancia del encuentro. Ofreció su discurso solemne con apertura de miras y como uno quisiera que actuaran las autoridades chilenas usualmente. Alcancé a hablar con dos históricos concejales de la comuna, mientras desayunábamos. Sobre los trenes y las estaciones, sobre la comuna y sus urgencias, sobre el patrimonio. Sobre la gestión y las necesidades de la gente. Fue un tiempo ameno.

De ahí en más sobrevino la ceremonia oficial. Hubo presentaciones lonko a lonko, machi a machi, werken a werken. Hablaron también machis del Wallmapu con libertad. Había gente que había sido reprimida por el Estado Chileno, recordé al abogado y amigo José Lincoqueo Huenuman. Se hizo sentir la presencia mapuche y también la huilliche, con ausencia poco reparada de los pehuenche.¿Por qué no había pehueches? Es un asunto a tratar. Pero en dicha instancia hubo interlocutores totalmente válidos.

El lonko Calfuluan, heredero del acuerdo aunque habitante de las proximidades de Panguipulli, dados los desplazamientos, fue secundado correctamente por su hijo, werken, y siempre la claridad del lonko Alfredo Caniullan Silva de Toltén. Una figura de firmeza y respeto. Había autoridades tradicionales mapuche de peso, preguntándose el porqué de la ausencia de autoridades de mayor rango, del punto de vista de los chilenos.

Habló la seremi de las culturas del Biobío, interlocutaron representantes del PC, como el actual presidente del partido, Lautaro Carmona a quien le indicaron que se le oía poco y el parlamentario Hugo Gutiérrez que se hizo escuchar más. Deslizaron sus reparos algunos concurrentes y hubo espacio para ello. Quisieron intervenir de manera más extensa los lonkos, uno de ellos de Willimapu, bastón con mango de plata mediante, como es costumbre y finalmente presentaron sus propuestas desde la mesa central, como un resumen de las discusiones internas. Con las tensiones propias de un encuentro que involucraba lo más alto de la diplomacia mapuche, las partes se hicieron oír y los asistentes tomamos nota, mentalmente, de que quienes estaban en falta eran los chilenos, winkas o no mapuche. Uno habría querido intervenir, pero la idea no era saltarse el protocolo. En dicha instancia había un largo tiempo de preparación. El alcalde José Aurelio Saéz Vinet, de Yumbel, ofició de orador y trató de explicar el contexto y excusar las faltas de los chilenos.

Evidentemente surgieron tensiones internas a nivel mapuche como en tantos parlamentos previos y posteriores, que son legítimas pero que no siempre se resuelven en ese breve tiempo y tuve ocasión de conversar con el lonko Calfuluan. Vino una fase de conversación interna mapuche y yo fui invitado a retirarme, porque se suponía que era una autoridad chilena. Me lo dijo de forma no tan amable una lamngen. No quise discutir que no lo era y asumí la invitación a partir. De todos modos, el tiempo alcanzó para compartir con gente querida y compañeros de ruta en los estudios. Valía la pena estar ahí.

Finalmente, me fui del lugar, con el convencimiento de que el Estado chileno no le había dado la relevancia a la instancia, tal como la vez que en Santiago, con una torpeza que nos ha costado caro, los jefes de gobierno no recibieron al centenar de lonkos que se trasladaron a Santiago por medios propios y no fueron recibidos hace una década en los tiempos del asesinato de Jaime Mendoza Collío.

Esa embajada masiva, de haber sido agasajada como se debe, nos habría ahorrado muchos malos ratos y sinsabores. Ahí es cuando uno se pregunta: ¿Quiénes son los asesores? ¿Por qué no pueden las autoridades chilenas simplemente obrar de buena fe y escuchar a las personas?

Yo, como historiador y más que nada, como habitante de un territorio que los lonkos no se han cansado de decirle a Chile que es compartido, no puedo sino lamentarme la falta de visión de nuestras autoridades. ¿Cuántos gestos de buena vecindad van a pasar por alto? ¿Cuántas horas de estados de excepción se habrían ahorrado si hubieran escuchado el rakizuam de los fütakecheyem? 

Por la cresta que nos falta ser gente. 

Atender a los reclamos y estar dispuestos a construir un futuro conjunto. Porque no hay mejor aliado que la gente de la tierra. 

¿Hasta cuándo nos hacen pagar los platos rotos quienes tienen miedo de asistir a parlamentar con pu peñi ka pu lamngen? Han hecho todos los gestos posibles para acogernos y compartir un espacio y los santiaguinos y las autoridades de turno, penquistas o magallánicas, no terminan por entender que hay que moverse en un ámbito de respeto y sobre todo escuchar en vez de mandar a allanar.

Pagamos sureños por centralistas.

 

Fernando Ulloa Valenzuela

Licenciado y Magíster en Historia, UChile

Estudiante de Estudios Interculturales en la UCT

Sureño que estuvo en el Parlamento de Koz-Koz 2007 y en la Conmemoración del Tratado de Tapihue 2025