¿Niños como escudos?
¿Niños como escudos?
¡Adultos tuertos, ancianos baleados y mujeres embarazadas pateadas en el suelo!
¡Adultos tuertos, ancianos baleados y mujeres embarazadas pateadas en el suelo!
2 de noviembre de 2009
“¿Tienen hijos los carabineros? ¿Tienen familia estos desgraciados?” Es una pregunta que he oído hacerse varias veces a mis coterráneos en Araucanía.
¿Alguien hizo una sesión en el Senado para defender a los hijos que las mujeres mapuches perdieron sangrando a causa del maltrato policial? ¿Cuántas escuelas funcionan hoy como cuarteles? ¿Por qué no se construye complejos educaciones a prueba de gases tóxicos, si lo que se quiere es proteger la infancia? ¿Cuánto ha mejorado la calidad de vida infantil desde que la dotación policial ha aumentado al sur del Biobío?
Con cascos antibalas, chalecos y balines, es difícil propiciar el diálogo. Los políticos chilenos deberían preocuparse de la herida de fondo y no sólo de maquillar las cicatrices con declaraciones efectistas -como las formuladas hace poco por el Ministro Rosende- quien señaló: “Los mapuches usan a los niños como escudos”.
¿A usted no le extraña que los políticos siempre comiencen hablando de pobreza, de desarrollo y de economía cuando el tema es cultural y tiene que ver con nuestra incapacidad de entender a otros; aceptarlos como “otros” y comprenderlos en su modo de ser mapuche y no “indio”? Esperemos que no se acostumbre a oir de violencia cuando escuche de mapuches.
Lo que no indicó el señor Rosende es que esos niños -que aparecen junto a sus familias en una marcha pública porque todo el grupo familiar se había trasladado hasta Temuco- fueron a entregar un saco de bombas que habían sido disparadas en su contra; en sitios donde ellos estaban presentes. No es que los niños viajaran a lugares con plantaciones de lacrimógenas ni que de pronto éstas llovieran de la nada. Cada una de esas bombas lacrimógenas percutadas tiene un costo mucho mayor al de un libro, al de un almuerzo y al de un juguete. Conviene tenerlo presente para ver en qué se invierte los recursos además de la compra de aviones de guerra y de la propaganda política.
De vez en cuando, en Santiago o Valparaíso aparece un iluminado captador de votos, señalando que lo que debe hacerse es “aplicar mano dura”. Yo no sé qué es “mano dura” o si consideran esto “mano blanda”. Lo dicen esos políticos que su jactan de llevar 20 años en el cargo; 20 años en los que no han hecho otra cosa que faltar a las sesiones y regalar canastitas familiares antes de las elecciones. Pero... que por la dignidad de sus supuestos representados, no han trabajado mucho. Menos por una Constitución nueva (que no huela a dictadura), por el fin del Binominal (que a falta de un político capitalino que pretende asegurar un escaño en regiones, permite que sean dos dado el “arrastre”) y qué decir de la Descentralización (que quieren pensar desde la Metropolitana).
Las nanas de Vitacura, Lo Barnechea y Las Condes no usan a los niños como escudos porque nadie les está disparando a menos de 50 metros bombas y balines al cuerpo. Porque los niños son traídos y llevados en furgón o en los autos familiares. Porque pueden salir a andar en bicicleta sin ser tratados de terroristas. Porque pueden usar máscaras en Halloween y salir de noche sin ser acusados de encapuchados incendiarios. Porque nadie osaría rodear con iletrados y violentos carabineros el Villa María o el Santiago College (donde estudió el senador Espina, por ejemplo).
El “apego” que dice tener la institución con los niños, más allá de las exhibiciones caninas y ecuestres en colegios urbanos y en la SOFO (que no es precisamente pro-mapuche y que esta misma semana ha visto cómo sus miembros han sido cuestionados), no corre para el resto de la región. De”a-pego” a “pego-a”, sólo hay una inversión del orden.
Si no se disparara al cuerpo indiscriminadamente, si no hubiera todas las semanas un mapuche con perdigones en un ojo, si no golpearan a ancianos que tienen huesos rotos de maltratos previos, si no rodearan las escuelas de carros con gases cancerígenos, no podrían deslizar la tesis de los niños-escudo. Si desde la Moneda se hubiesen preocupado menos de velar por su propia integridad física en desmedro de los ciudadanos... la Plaza de la Ciudadanía tendría efectivamente “ciudadanos” y no rejas que impiden acercarse al palacio de gobierno. Michelle Bachelet tendría aprobación real en vez de dudosas cifras en las encuestas y no cargaría con dos jóvenes mapuches muertos por balas policiales en su período.
Si el reclamo es porque los pequeños acompañan a sus padres, de todos modos no me explico el porqué un niño fue amenazado con ser lanzado en Maquehue -al sur de Temuco- desde un helicóptero policial, hace un par de semanas. No se entiende bien el porqué carabineros justo va donde hay niños y adultos juntos (¿será que lamentablemente no se puede sustraer de todas las actividades diarias a los infantes?).
En realidad lo que yo me pregunto es: ¿qué hace que un uniformado al llegar a su casa después de disparar a ancianos, mujeres y niños? ¿Siente que ha enaltecido a su patria? ¿Que no le ha fallado a su bandera aun a costa de mancharla con sangre infantil mapuche?
Si los candidatos presidenciales no se han atrevido a estar más tiempo en Araucanía, si no han tenido la ocurrencia de ir a los funerales y han optado por dar las condolencias a distancia... si Michelle Bachelet no ha concurrido a la región y los ministros no se apersonan en los sitios de conflicto; menos expondrían a sus hijos a un ambiente así. Es un ambiente tenso al que ellos contribuyen con esa misma distancia. Si se tratara entre personas (no entre cascos y balas), distinto sería el asunto.
¿Qué tendremos mañana? ¿Niños acusados de ocupar como escudos a los adultos? ¿Nietos acusados de incitar a la violencia a sus abuelos? ¿Dónde quieren que estén los niños si carabineros dispara en escuelas, en universidades, en las casas, en las comunidades, en los campos, en la ciudad y hasta en las canchas de fútbol?
¿A alguien le preguntan si es padre o madre antes de maltratarlo? Por último: ¿qué ocurriría si carabineros estuviera obligado a ir a trabajar con sus hijos? ¿Actuaría con tal violencia? ¿El problema es que sean niños, que sean mapuches o que lleguen a ser adultos?
Con cascos antibalas, chalecos y balines, es difícil propiciar el diálogo. Los políticos chilenos deberían preocuparse de la herida de fondo y no sólo de maquillar las cicatrices con declaraciones efectistas -como las formuladas hace poco por el Ministro Rosende- quien señaló: “Los mapuches usan a los niños como escudos”.
¿A usted no le extraña que los políticos siempre comiencen hablando de pobreza, de desarrollo y de economía cuando el tema es cultural y tiene que ver con nuestra incapacidad de entender a otros; aceptarlos como “otros” y comprenderlos en su modo de ser mapuche y no “indio”? Esperemos que no se acostumbre a oir de violencia cuando escuche de mapuches.
Lo que no indicó el señor Rosende es que esos niños -que aparecen junto a sus familias en una marcha pública porque todo el grupo familiar se había trasladado hasta Temuco- fueron a entregar un saco de bombas que habían sido disparadas en su contra; en sitios donde ellos estaban presentes. No es que los niños viajaran a lugares con plantaciones de lacrimógenas ni que de pronto éstas llovieran de la nada. Cada una de esas bombas lacrimógenas percutadas tiene un costo mucho mayor al de un libro, al de un almuerzo y al de un juguete. Conviene tenerlo presente para ver en qué se invierte los recursos además de la compra de aviones de guerra y de la propaganda política.
De vez en cuando, en Santiago o Valparaíso aparece un iluminado captador de votos, señalando que lo que debe hacerse es “aplicar mano dura”. Yo no sé qué es “mano dura” o si consideran esto “mano blanda”. Lo dicen esos políticos que su jactan de llevar 20 años en el cargo; 20 años en los que no han hecho otra cosa que faltar a las sesiones y regalar canastitas familiares antes de las elecciones. Pero... que por la dignidad de sus supuestos representados, no han trabajado mucho. Menos por una Constitución nueva (que no huela a dictadura), por el fin del Binominal (que a falta de un político capitalino que pretende asegurar un escaño en regiones, permite que sean dos dado el “arrastre”) y qué decir de la Descentralización (que quieren pensar desde la Metropolitana).
Las nanas de Vitacura, Lo Barnechea y Las Condes no usan a los niños como escudos porque nadie les está disparando a menos de 50 metros bombas y balines al cuerpo. Porque los niños son traídos y llevados en furgón o en los autos familiares. Porque pueden salir a andar en bicicleta sin ser tratados de terroristas. Porque pueden usar máscaras en Halloween y salir de noche sin ser acusados de encapuchados incendiarios. Porque nadie osaría rodear con iletrados y violentos carabineros el Villa María o el Santiago College (donde estudió el senador Espina, por ejemplo).
El “apego” que dice tener la institución con los niños, más allá de las exhibiciones caninas y ecuestres en colegios urbanos y en la SOFO (que no es precisamente pro-mapuche y que esta misma semana ha visto cómo sus miembros han sido cuestionados), no corre para el resto de la región. De”a-pego” a “pego-a”, sólo hay una inversión del orden.
Si no se disparara al cuerpo indiscriminadamente, si no hubiera todas las semanas un mapuche con perdigones en un ojo, si no golpearan a ancianos que tienen huesos rotos de maltratos previos, si no rodearan las escuelas de carros con gases cancerígenos, no podrían deslizar la tesis de los niños-escudo. Si desde la Moneda se hubiesen preocupado menos de velar por su propia integridad física en desmedro de los ciudadanos... la Plaza de la Ciudadanía tendría efectivamente “ciudadanos” y no rejas que impiden acercarse al palacio de gobierno. Michelle Bachelet tendría aprobación real en vez de dudosas cifras en las encuestas y no cargaría con dos jóvenes mapuches muertos por balas policiales en su período.
Si el reclamo es porque los pequeños acompañan a sus padres, de todos modos no me explico el porqué un niño fue amenazado con ser lanzado en Maquehue -al sur de Temuco- desde un helicóptero policial, hace un par de semanas. No se entiende bien el porqué carabineros justo va donde hay niños y adultos juntos (¿será que lamentablemente no se puede sustraer de todas las actividades diarias a los infantes?).
En realidad lo que yo me pregunto es: ¿qué hace que un uniformado al llegar a su casa después de disparar a ancianos, mujeres y niños? ¿Siente que ha enaltecido a su patria? ¿Que no le ha fallado a su bandera aun a costa de mancharla con sangre infantil mapuche?
Si los candidatos presidenciales no se han atrevido a estar más tiempo en Araucanía, si no han tenido la ocurrencia de ir a los funerales y han optado por dar las condolencias a distancia... si Michelle Bachelet no ha concurrido a la región y los ministros no se apersonan en los sitios de conflicto; menos expondrían a sus hijos a un ambiente así. Es un ambiente tenso al que ellos contribuyen con esa misma distancia. Si se tratara entre personas (no entre cascos y balas), distinto sería el asunto.
¿Qué tendremos mañana? ¿Niños acusados de ocupar como escudos a los adultos? ¿Nietos acusados de incitar a la violencia a sus abuelos? ¿Dónde quieren que estén los niños si carabineros dispara en escuelas, en universidades, en las casas, en las comunidades, en los campos, en la ciudad y hasta en las canchas de fútbol?
¿A alguien le preguntan si es padre o madre antes de maltratarlo? Por último: ¿qué ocurriría si carabineros estuviera obligado a ir a trabajar con sus hijos? ¿Actuaría con tal violencia? ¿El problema es que sean niños, que sean mapuches o que lleguen a ser adultos?
Fernando Ulloa Valenzuela
Publicado en: http://www.mapuexpress.net/?act=news&id=4903
Etiquetas: carabineros, escudos, mapuche, niños, violencia
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